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Trabajo presentado durante el cursado de la tercera cohorte de la Maestría en Teoría Psicoanalítica Lacaniana – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Autores: 

                   

Vitola Russo, Maria Cecilia

Gonzalez Torres, Sergio Martin

Bertone Masch, Franco

                   

Marzo 2021

Introducción

A continuación, se intentará dar cuenta de la noción de epifanía partiendo de la definición que da Lacan de la misma en el Seminario 23 y aplicándola a la lectura del cuento “Las hermanas” de James Joyce, el cual se encuentra en su libro “Dublineses”.

No tomaremos el recurso a la biografía de Joyce, camino que suelen tomar algunos autores lacanianos, ya que la intención no será hacer un aporte psicobiográfico. Más bien, coincidimos con Baños Orellana (1998) que el forzamiento o deformación que realiza Lacan en la interpretación de algunos aspectos biográficos o de la obra joyceana (por ej. el que menciona Dessal, 2014), se explican mejor por el hecho de que es el modo en que Lacan se sirve de Joyce como herramientas para su desarrollo teórico, más que la intención de hacer un aporte a la psicología del autor. Por tanto, en este trabajo nos limitaremos a analizar el cuento y la escritura de Joyce a partir de conceptos lacanianos y no tanto en realizar inferencias psicopatológicas sobre el autor.

Partimos de la diferenciación que Lacan realiza de la obra joyceana en dos vertientes: sinthomadaquin y sint`hom rule. La primera es un neologismo que hace referencia a la homofonía entre sinthome y Saint Thomas d`Aquin. Según Godoy (2008) “es la estética tomista que construye [Joyce] para tratar de conjugar su arte con la ortodoxia escolástica; por el contrario, el sint`home rule se liga con la vertiente más herética, “desviada”, aquella que no sigue el camino “recto”. Lacan toma aquí la homofonía entre sinthome y el inglés home rule” (Godoy, 2008).

La obra que tomamos se encuadra dentro de la primera vertiente, cuya referencia a Santo Tomás de Aquino está relacionada al uso de la epifanía, recurso que responde también a este periodo. La teoría estética de Santo Tomás propone que el arte revela no “cómo es” algo, sino lo que “es”, es decir su alma. Desde este punto de vista la epifanía es una revelación del ser (Godoy, 2008).  Por su parte, Joyce en “Esteban el héroe” (1960) señala: “Por epifanías entendía una súbita manifestación espiritual, ya fuere en la vulgaridad de la alocución o del gesto, ya fuere en una faz memorable del mismo espíritu. Creía que el hombre de letras debía dejar registradas tales epifanías con sumo cuidado, dado que son los momentos más delicados y evanescentes.” (Joyce, 1960)

Para el condiscípulo de Joyce, Oliver Goarty (citado en Baños Orellana, 1998) epifanía originalmente significa “manifestación divina”, sin embargo, menciona que Joyce catalogó como epifanía cualquier manifestación que considerara suficientemente reveladora para su mente.

Palabra impuesta: Las epifanías joyceanas como lo que hace síntoma

Es necesario diferenciar, tal como lo plantea Godoy (2008), entre la “experiencia epifánica” en tanto interpenetración de lo simbólico con lo real, de la tarea que se le impone a Joyce como escritor “que redobla, al registrarlas en su escritura, la relación entre ambos registros constituyendo un tratamiento artístico del lapsus del anudamiento.” (Godoy, 2008). Esta interpenetración entre los dos registros responde a la hipótesis de Lacan respecto del “lapsus” o error en el anudamiento, donde el psicoanalista ubica cierta “dimisión paterna” o la “Verwerfung de hecho” (Lacan, citado en Schejtman, 2013, p. 100). 

Al producirse dicho lapsus el imaginario no mantiene separados el simbólico del real. Es el ego que arma vía su escritura lo que le permite hacer un tratamiento de ese lapsus, funcionando como sinthome, empalme corrector. El ego como suplencia restituye un segundo lazo entre lo simbólico y lo real, y sujeta lo imaginario. Sin embargo “esta manera mínima de reparar la falta, de sujetar R, S e I, guarda en la memoria la huella de la falta inicial; R y S permanecen enlazados y las epifanías en la obra de Joyce, son la marca de ello” (Skriabiae, 1994, p. 94).

Lacan brinda una definición de lo que constituye la epifanía en la última clase del Seminario 23. Allí especifica que “se caracterizan siempre por lo mismo, que es precisamente la consecuencia resultante del error en el nudo, a saber, que el inconsciente está ligado a lo real” (Lacan, 2019, p. 152). Luego aclara que “la epifanía es lo que hace que, gracias a la falta, se anuden inconsciente y real.” (Lacan, 2019 [1975-1976])

Ubicamos entonces junto a las puntualizaciones de Schejtman (2013, p. 102) que las epifanías responden más bien al fenómeno más general ubicado por Lacan de las “palabras impuestas”, aquello que haría síntoma, sin ”h” en Joyce, consecuencia del lapsus del nudo entre S y R. 

Es sabido que Joyce comenzó a insertar en su obra literaria epifanías que escribía tomándolas de su vida cotidiana. No podemos aseverar que la epifanía que señalaremos en el cuento tenga dicho origen, pero nos serviremos de la conceptualización que Lacan da de la misma para identificarla. Podríamos suponer que dicha inserción literaria que realiza Joyce de la epifanía constituye este trabajo de elaboración segunda que señalábamos más arriba, es decir, un tratamiento sinthomático (vía la escritura) de ese síntoma producto del lapsus del nudo.

El cuento “Las hermanas”

El cuento “Las hermanas” comienza con el relato de un niño y su modo particular de jugar con la sonoridad de las palabras: “Cada noche […] me repetía a mí mismo en voz baja la palabra parálisis. Siempre me sonaba extraña en los oídos, como la palabra gnomon en Euclides y la simonía del catolicismo” (Joyce, 2020 p.17). Parálisis, gnomon y simonía son significantes lanzados en el texto que nos ponen a trabajar, tal como Joyce quería “Lo que escribo no cesará de dar trabajo a los universitarios” (Lacan, 2019, p. 161).

Más adelante nos encontramos con lo que creemos puede ser el elemento epifánico, que hace su aparición en un sueño que tiene el niño: 

“sentí que mi alma retrocedía a una región entre placentera y viciosa, y allí volví a encontrarlo esperándome. Comenzó por confesarse en una voz susurrante y me preguntaba por qué sonreía continuamente y por qué sus labios estaban húmedos de saliva. Pero entonces recordé que había muerto de parálisis y sentí que yo también sonreía levemente como para absolver al simoniaco de su pecado.” (Joyce, 2020)

Si consideramos al sueño como formación del inconsciente, es en este relato del sueño donde encontramos que inconsciente y real se anudan, tal como Lacan define lo epifánico. Este elemento real es la sonrisa del cura, que recuerda a la garganta del sueño freudiano de Irma, analizado por Lacan en el Seminario 1 (Lacan, 2013). Esta sonrisa funciona como momento evanescente en que se revela algo del ser del cura, y por ello mismo, tiene a su vez un carácter ambiguo, hace suponer que esta enlazada a sucesos que el cuento bordea e insinúa pero que no logra explicitar del todo. Es así que hay algo imposible de definir que se percibe como presente en todo el cuento. En dicho momento epifánico, la sonrisa aparece relacionada a una escena de confesión en el que se desliza el significante “simoníaco”, lo que haría pensar en algo del orden de un pecado cometido por el cura. 

La figura de la sonrisa o la risa se presenta a través de la repetición en diversos momentos del cuento; por ejemplo cuando es descripta produciéndole cierta incomodidad al niño en el momento en que se esboza durante sus diálogos con el cura, tomando así cierta dimensión siniestra (Joyce, 2020, p. 22). Aquí la sonrisa captura un goce, algo del orden de una satisfacción que se suscita en el cura por el hecho de escuchar al niño reproducir el discurso religioso al cual él está alienando. Siguiendo el Seminario 23, y articulándolo con este cuento, decimos que Joyce tiene una relación con joy, en tanto goce y según concluye Lacan “este goce es lo único que podemos atrapar de su texto” (Lacan, 2019, p.164). Joyce con su escritura articula lo real, el goce que pertenece a lo real y que aparece aquí ejemplificado de este modo. 

Otra risa aparece en el relato del cuento, pero perteneciendo en este caso a la imaginación del niño, en la que se lo representa como sonriendo en el ataud, a la vez que aparece un cáliz en sus manos por segunda vez en el texto (Joyce, 2020, p. 24).

Quizás la risa más reveladora en el cuento sea la que hace su aparición en los momentos previos a la muerte del cura, en un episodio que hace suponer un momento de locura. Esta locura podemos relacionarla con el significante “parálisis”, que también se repite en el cuento y que parece llevarnos nuevamente a la cuestión del pecado. Si nos basamos en la interpretación que nos sugiere Cruz (s/f) respecto al mismo, podríamos suponer que hace referencia a la parálisis general progresiva (PGP), que se caracteriza por síntomas psicóticos y es un estado terminal de la enfermedad de la sífilis, la cual es una enfermedad de trasmisión sexual. De esta forma los temas de locura, sexualidad y muerte se entraman en el cuento, pero de un modo no del todo explícito. 

Conclusión

Creemos haber ubicado en el texto el momento epifánico, en este caso redoblado por su faz onírica. Vimos que a partir del significante risa, el relato ubica otros momentos donde esa mueca señala lo opaco de un goce imposible de asir con palabras. Podemos concluir que Joyce, mediante eso imposible de definir que aparece en sus cuentos, ha creado una literatura que ya desde sus comienzos permite vislumbrar un alejamiento progresivamente del sentido y del Otro hasta producir, en sus últimas obras, un estallido del lenguaje mismo. Al mismo tiempo, corroboramos cómo la lectura de su obra provoca en sus lectores un trabajo, un intento singular de generar un sentido, tal como nosotros lo hacemos aquí. 

En la presente obra, Dublineses, podemos ubicar también un cierto juego de Joyce con el sentido establecido, una mueca de ironía hacia el Otro con el que tuvo que enfrentarse a principios de siglo XX en Irlanda. Vemos que hay un juego intenso con el simbolismo, con claras resonancias religiosas y morales, a la par que un realismo extremo en la descripción de los diferentes sucesos. No podemos sostener que en este momento se presente un estallido completo del sentido como en Finnegans Wake, pero sí resulta palpable la dimensión de las palabras impuestas, aún intratextualmente, donde el personaje del niño repite palabras en su cabeza. Las epifanías aquí aparecen como una suerte de punta de iceberg, que poco a poco, a través de los años y el exilio irá emergiendo como aquella escritura de lo real que perfora el lenguaje de lo simbólico hasta casi desintegrarlo.

Por otro lado, el cuento de Joyce nos pone al descubierto el equívoco que introduce Lacan entre sinthome, y el Sinn alemán que remite al sentido y el sin en inglés que significa pecado. Teniendo en cuenta el análisis que realizamos, vemos como Joyce hace presente el goce producto de la perturbación en el hablante a partir de la irrupción de lalengua, entendida como enjambre significante. Lalengua produce el verdadero traumatismo. El uso del significante no tendría nada que ver con el sinn, sino más bien con el sin.  Por eso decimos que “la lengua del palabrerío sirve, no para la compresión, sino para el goce” (Laurent, 2016, p. 91). Tal como lo demostramos, los significantes señalados en el cuento tienen esa resonancia más cercana al sin que al sinn.

Por último, podemos pensar siguiendo los planteos del Seminario 23, una articulación entre falla, falta y pecado original como metáfora mítica de la falla estructural. Esta última enseñanza nos permite una reconceptualización de la falta en la estructura, ya que el entrelazamiento entre los tres registros no es sin falla, el lapsus del nudo siempre estará presente en el ser hablante y cada quien encontrará su modo de repararlo. 

Bibliografía

Baños Orellana J. (1998) “Primeros apuntes acerca de las epifanías Joyceanas”. En el Caldero de la Escuela. Buenos Aires. Pp.70-79

Cruz P. (s/f). “Dublineses de James Joyce: una guía de lectura cuento por cuento”. Recuperado de: https://www.estadodedistraccion.com/2020/06/travesias-literarias/libros/dublineses-de-joyce-una-guia-de-lectura/

Dessal G. (2014) “Los muertos”. Conferencia del ciclo Lenguajes III. Circulo Lacaniano James Joyce. Recuperado de: http://www.cilajoyce.com/james-joyce-vida-y-arte/los-muertos-0

Godoy C. (2008) “Los artificios de James Joyce”. Revista ANCLA Nro 2. Ancla Ediciones. Universidad de Buenos Aires.

Joyce J. (1960) “Esteban el héroe”. Sur. Buenos Aires, Argentina.

Joyce J. (2020) “Dublineses”. Editorial Losada. Buenos Aires, Argentina.

Lacan J. (2019). El seminario. El sinthome. Paidos. Buenos Aires, Argentina.   

Lacan J. (2013). El seminario. Los escritos técnicos de Freud. Paidos. Buenos Aires, Argentina.

Laurent E. (2016). El reverso de la biopolítica. Grama Ediciones.

Schejtman F. (2013) “Sinthome: Ensayos de clínica psicoanalítica nodal”. Grama Ediciones. Buenos Aires, Argentina.

Skriabiae P. (1994) La clínica del nudo borromeo, en «Locura: clínica y suplencia». Eolia, Dor, S.L.-Madrid.